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EL VIRUS DEL DIVORCIO

Si nos empeñamos en encontrar algo positivo en las desgracias seguro que los encontramos, por ejemplo, esta pandemia entre otras cosas nos obliga a volver a practicar las relaciones interpersonales directas en el entorno familiar. Las relaciones familiares estaban en horas bajas a pesar de ser una necesidad humana fundamental ya que sirven para crear lazos afectivos profundos que inciden directamente en nuestro grado de satisfacción personal y felicidad.

No sé cómo viviría el filósofo Sartre este confinamiento después de afirmar que “el infierno son los otros”. Seguro que más de uno estuvimos de acuerdo con él en algún momento de nuestra vida y mucho más ahora que las excepcionales medidas de seguridad nos obligan a vivir confinados en una especie de gran hermano, con la ingrata particularidad de que no se puede expulsar a nadie.

Curiosamente los medios de comunicación chinos, informaron que hubo un sustancial aumento de solicitudes de divorcio una vez terminado el confinamiento. Claro, con el ritmo vertiginoso que llevábamos todos, no es de extrañar que dos personas o más, pudiesen vivir juntas en una casa sin la necesidad de profundizar en la convivencia y en las diferencias que las unen.

No tener tiempo era la excusa perfecta para justificar un cierto distanciamiento afectivo de nuestras parejas, hijos, padres y compañeros de piso. De la noche a la mañana esta causa se esfumó dejándonos cara a cara con una situación nueva y a veces desconcertante.

Como dijo el Papa Francisco el pasado domingo en la entrevista de Jordi Évole, se ha «tercializado la convivencia” y ahora cuando toca volver a las relaciones analógicas surgen muchos problemas, la mayoría por dificultad de comunicación.

Las destrezas de inteligencia emocional y de comunicación como la asertividad, la empatía y la escucha activa son los antídotos más efectivos contra el virus de la comunicación tóxica, por lo tanto si sientes algunos de estos síntomas probablemente puede que seas portador del virus de la falta de entendimiento.

Ojo a los síntomas:

  • Poseedor de certezas absolutasNo hay texto alternativo para esta imagen
  • Necesidad de subir la voz para hacerse escuchar
  • Sensación incontrolable de tener siempre la razón
  • Impresión de que están todos contra ti y de que no te escuchan
  • Creerse experto en todo (también conocida como el síndrome del cuñado)
  • Incontinencia verbal, apremiante necesidad de llenar con palabras los momentos de silencio.
  • Asentimiento con leve meneo de cabeza como quién está interesado en lo que dice el otro, pero que en verdad espera una oportunidad para asestar su punto de vista.

Si presentas uno o más de estos síntomas te aconsejo que no vayas a un centro de salud puesto que ya están demasiado ocupados y desbordados, mejor acude a un coach, de preferencia que sea un experto en comunicación interpersonal y en resolución de conflictos y, que además estos días trabaje online desde casa. ¿Conoces alguno? 😉

COMENTARIOS

    • Ivan
    • 25 marzo, 2020
    Responder

    Tengo la suerte de que, aparte de recién casado (no me ha dado tiempo a pensar en divorcio, a pesar de corona virus jajaja), es una experta en gestión emocional y eso nos ayuda mucho a tener una buena comunicación asertiva y comprendernos mutuamente, algo que venimos practicando desde que nos conocimos…. soy afortunado!

      • RafeekAlbertoni
      • 26 marzo, 2020
      Responder

      Eso es Ivan, al final lo que llaman habilidades blandas son las más poderosas para la buena comunicación. Saludos

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MI ESTILO

Soy un enamorado de la comunicación y pienso que la manera en cómo nos comunicamos influye directamente en lo más importante de nuestras vidas, que son las relaciones humanas, tanto a nivel personal como a nivel profesional. 

Diseño mis formaciones basándome en mi vivencia con las herramientas de la Inteligencia Emocional y en más de 20 años de experiencia artística en los escenarios nacionales e internacionales. 

Utilizo diferentes estímulos para enseñar, porque según los últimos avances de la neurociencia el dinamismo, el entretenimiento y la expectación en el aula, generan que los neurotransmisores segreguen hormonas motivacionales en el cerebro, como la dopamina y la oxitocina, que favorecen el aprendizaje y el recuerdo. Es decir que, cuando disfrutamos en la fase de aprendizaje, mejoramos el rendimiento y la memorabilidad.